lunes, 21 de abril de 2008

ESTAMOS LOCOS O QUÉ?

Ángel lo tiene todo. Un matrimonio feliz, dos niños de anuncio, un piso con la hipoteca pagada y un sueldo de funcionario de por vida. Aún es joven, tiene 40 años y dos meses contados, y, aparte de unos triglicéridos rebeldes, está razonablemente sano. Pero el día de su último cumpleaños se sintió morir. El corazón se le salía. Le faltaba el aire. Le dolía el pecho. Sudaba. Tiritaba. Le iba a dar un infarto. Su mujer le llevó a urgencias. Dos horas después, Ángel salía cabizbajo con el alta en la mano. No la firmaba ningún cardiólogo, sino la psiquiatra de guardia. El diagnóstico es concreto: crisis aguda de ansiedad compatible con trastorno ansioso depresivo. El artículo continua AQUÍ.

De "EL PAIS"




8 comentarios:

Anónimo dijo...

Leyendo el artículo con el que enlaza tu post de hoy, me considero afortunado, soy uno de los que cuentan lo que sienten cuando les hace falta y tengo personas que me escuchan. Si bien es cierto que ésto ocurre desde hace poco, me llegaron a recetar "Orfidal", nunca canjeé la receta, de lo cual me alegro. Un abrazo, nos vemos.

Anónimo dijo...

Por cierto, se me olvidaba, perdiste la apuesta, no fuí valiente, otra vez será, o eso espero.

Anónimo dijo...

Lo que mas me gusta del artículo es esto "Aún es joven, tiene 40 años"

Me voy a currar que llego tarde otra vez, dos veces en un día, menos mal que el reloj lo controlo yo, jeje. Cuando tenga un rato leeré con mas atención y haré, eso espero, un comentario de mas fundamento.

Saludos

Ego... dijo...

Muy interesante, Pi.

Anónimo dijo...

pues ultimamente, no se que pasa, si es el estres, el ritmo de vida que llevamos oke, pero no esta el mundo como para tirar cohetes, la verdad.

Voy a seguir el artuclo.

Pernam dijo...

Joder. Cuando empecé creí que me estaba viendo reflejado en el espejo.

Yo me di cuenta de la situación a la que había llegado cuando le di un par de azotes a mi hijo de dos años una tarde al llegar de trabajar. El pobre había cometido el pecado de intentar jugar conmigo tras un día para olvidar en mi trabajo.

No terminé en urgencias, sino en el despacho de mi jefe diciéndole que hasta allí habíamos llegado.

Ese fue el fin de todos mis males.

Y el comienzo de mi vida.

Anónimo dijo...

Pues yo soy de los que aún teniendo bastante gente a la que contar mis penas, simplemente no lo hago (aunque lo he intentado). Quizás por educación, quizás me duela más pensar que las trivialicen o me despachen con un 'eso nos ha pasado a todos', 'eso no es nada', 'el tiempo lo cura todo' o esa serie de tópicos que te sueltan cuando realmente, mientras hablabas, tu interlocutor pensaba en si no se habrá olvidado de echar sal al cocido.
Un abrazo e interesantísimo el enlace.

Anónimo dijo...

Este es el comentario "sesudo" o sea, que ya veis pa lo que da uno.

Yo creo que esto son problemas de sociedades ricas. Por lo general hoy se vive muy bien, o al menos se tienen muchas cosas, y tenemos terror a perder nuestro nivel de vida, parece que si no vas de vacaciones, sales de copas o a cenar, tienes coche, en tu casa no hay todos los cachivaches habidos y por haber tus hijos no gastan cantidades de dinero indecente en zapatillas de marca, eres un indigente, un desgraciado y un gilipollas, porque además tu vecino si hace todo eso. Hoy todo el mundo está estresado porque necesita mucho dinero, para cosas perfectamente innecesarias, pero os habéis parado a pensar que antes, en tiempo de nuestros padres o abuelos, perder el nivel de vida podía significar simplemente no tener para comer.Objetivamente ¿que situacion es o debería ser mas estresante la actual o la de hace 40 años?

Dicho esto, hoy, antes y siempre hay algo que a mi si me angustiaría sobremanera, dice aquí el Àngel este del artículo " me sentía incapaz de cuidar de mis hijos", a mi me cuesta ser responsable de mi mismo cuanto mas pensar que lo sería de otras personas. Menos mal que para perpetuar la especie están los chinos, los indios, de la india, y otos habitantes del tercer mundo que viviendo en la miseria parecen no tener estos problemas.


Abrazos